DIARIO DE UN CURA:
VERANO,
CON UN LIBRO EN LA MANO.
Los libros, como las bicicletas, son para el verano.

en las parroquias, hago la lista de los libros que me propongo leer. O mejor,
intento leer, porque no siempre lo cumplo. Anoche estaba intentando hacer la
selección, que no siempre es fácil: alguna novela, algo de poesía, un
tema de espiritualidad, un autor canario…La cosa es no perder, -o si se ha
perdido, recuperar- el hábito de la lectura. Y me acordé del
primer libro que leí estando en el Seminario. Bueno la verdad es que D.
Heraclio, mi profesor de Literatura, nos
transmitió un tremendo amor a los libros y en clase leíamos y
comentábamos muchos de ellos. Pero así, por mi cuenta, se me ocurrió comprar
por correo a una editorial de la península, la novela “La vida sale al
encuentro”. Contaba la historia, en forma de diario, de un muchacho de 15 años.
La edad que yo tenía entonces. Aquel libro fue para mí un descubrimiento. Me lo
leí más de una vez. Me identificaba con Iñaqui, su protagonista y me atreví a
escribir a su autor, José Luis Martín Vigil que me contestó y me envió de
regalo otro libro llamado “50 amigos”. Es más. La primera vez que fui a Madrid,
aprovechando que Pino, mi hermana, vivía
allí, me atreví a ir a la casa del autor y hablar con él. Aquel libro y las clases del Seminario
crearon en mí tanta afición a leer, que
ya me gustaría poder recuperar. Reconozco que, para leer, tenía que hacer trampas. En el seminario,

en aquellos
tiempos, nos exigían apagar las luces de
las habitaciones y acostarnos a dormir desde las 10 de la noche.
Yo, como
algunos otros compañeros, hacía alguna trampa para que, desde fuera, no se notara que teníamos la luz encendida.
Y así podíamos continuar leyendo
aquellos libros, como “La vida sale al
encuentro”, que tanto nos marcó. Ahora, al hacer la nueva lista para el
verano, procuro incluir algunos otros que me han acompañado siempre en mi vida:
“El diario de Ana Frank,” “El
Principito” o las obras completas de Tagore. Un verano sin lectura, por muy buen tiempo que haya, no es un buen verano. Hoy tengo un
deseo: leer, aprender, y animar a que otros también lean.
Deja un comentario